Carta para un hijo que no tendré





Soñé con él hace algunos días... a sus 7 años corría tras un balón de fútbol al igual que nosotros. Lleno de alegría, de entusiasmo, de euforia... y de tantos sueños que fueron asesinadas cuando lo mataron a él.

Dicen... los que siempre hablan de cosas absurdas, que en algo andaba. que a las personas las matan porque hicieron cosas, que la gente decente vive tranquila y forma un hogar, que las malas decisiones las toman por convicción propia y que la vida tarde o temprano te cobra las deudas.

Las mentes simples olvidan la simplicidad a la que se apela por el dolor ajeno, olvidan que era hijo y hermano y padre de alguien, que era ante todo un ser humano. que como cualquier persona, de niño añoro un futuro mejor... y que sus decisiones no fueron más que las únicas alternativas que la vida le ofreció Es fácil deliberar cuando te regalaron todas las oportunidades que pediste...  sin mayor esfuerzo más que hacer las cosas que la rutina te exigía.

Lo recuerdo de tantas maneras, como cuando caminamos juntos para ir a la escuela, compartiendo la misma clase o la misma comida que varias veces me ofreció su mamá. Lo recuerdo saltando en la cama e imaginando que era algún superhéroe. Cierro los ojos y lo figuro sentado en la banqueta,  hablando y esperando un turno para tirar el trompo, jugar al teléfono descompuesto o tirar con las canicas. Lo recuerdo junto a su hermano tocando la puerta de mi casa para que saliéramos a jugar.  Era igual que todos nosotros... (los de la cuadra)  ricos solamente en ilusiones y esperanza... esas que dejamos sepultadas desde pequeños porque la vida nos obligo a creer que no existían.

Cómo olvidar la amistad que había entre nosotros y la de nuestros padres, esa que fue naciendo y  heredándose entre familias sin que nadie lo pidiera. Su rosto ilusionado era más grande que el de cualquiera de nosotros al ver los zapatos y uniformes de fútbol, esos que su padre y el mío habían conseguido para conformar un equipo con los de la cuadra. Los esfuerzos paternales por conformar un grupo scout, las actividades artísticas e incluso la competencia de atletismo que organizaron, tenían como fin que tuviéramos un mejor futuro. Pero cómo tenerlo si no decides crecer en un ambiente sin oportunidades e infestado por inequidad y delincuencia                  

Recuerdo su mirada cuando me gritaba a lo lejos, pero aún más, no olvido su expresión cuando se dio cuenta que no lo había reconocido. Yo iba distraído recorriendo el mismo sendero que alguna vez camino mi padre tratando de regresar a lo que fue su hogar. Me dijo "subíte..." te llevo a mi casa que por acá no se camina, de milagro que no te ha pasado nada (no imaginan cuanto me gustaría compartirle ese milagro).  Me dijo que parecía vagabundo y terminó por preguntarme si me había encontrado. él sabia que dos meces atrás había partido en un viaje por centroamérica para hallar paz, tanto él como su familia sabían que la muerte de mi padre me había devastado. Para su sorpresa terminé diciéndole que en el viaje me había perdido mucho más... Me miró y solo se rió un poco... tenía esa sonrisa característica  que la vida le había enseñado para sobrellevar las cosas. Me dijo que la vida era así... no siempre encuentras lo que buscas ni siempre recibes lo que mereces. pero estamos vivos y hay que agradecer eso.    

Quisiera que estuviera acá... a más de 2000 kilómetros de Guatemala para que comprendiera que la vida no es solo lo que nuestra infancia nos presentó. Quisiera que vos y todos los demás hubieran disfrutado de las oportunidades que yo vivi...  que Eber, Edy, Ferdi, koki, tono y vos hubieran visto más que lo que nos dejó ver ciudad quetzal.

Fuente: genesisdelsoliloquio.blogspot.com

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