¿Pobre Guate?

Fuente: genesisdelsoliloquio.blogspot.com




De Fernando Bonilla 
Pobre Guate 
El día de hoy amanecí ácido. Ácido contra la actitud de “víctima” que caracteriza al guatemalteco común. Ácido contra su falsa moral y su hipocresía. Contra su pasividad y su dejadez. Contra su descaro.
Por todos lados se oyen las mismas excusas, las mismas quejas, las mismas mentiras.
El guatemalteco común se vive quejando de la situación del país. Se visualiza a si mismo como una “víctima indefensa” de ” políticos corruptos”.  Convenientemente niega que su ignorancia absoluta en temas políticos (fruto de su marcada huevonería para leer y discutir de estos temas), sea  una de las causas  principales de que exista  en nuestro país un ambiente fértil para la corrupción.
Es apático.  Es particularmente resistente a hacerse presente en manifestaciones públicas. Y si de milagro lo hace, no lo hace por convicción propia de lo que allí se exige, sino más bien por “modas”. Por lo general  se acercará tímidamente a ver si “hay gente” y si no la hay, se aleja más rápido de lo que llegó (“¡Qué pena!”).  Con esta conducta cobarde, evita que estas manifestaciones afloren en Guatemala  y realmente generen un cambio, como aquel que está sucediendo en países del Medio Oriente y de Europa en estos momentos.
La autocrítica le es desconocida. Es incapaz de verse a sí mismo como causante de muchas de las principales problemáticas de nuestra sociedad. Es incapaz de voltear por un momento la lupa,  enfocarla hacia él mismo. Regalado para criticar, es incapaz de preguntarse si él lo podría hacer mejor o si podría al menos aportar algo. Yo me pregunto: Si puede aportar, ¿por qué no lo hace?  Y si no puede… ¿Qué tanto critica?
Critica al “mal gobierno” sin darse cuenta que él mismo es un “mal ciudadano”.  Ignorante y apático, no conoce (ni le interesa conocer) lo básico de La Constitución o el funcionamiento del Estado. No se involucra en ningún movimiento o voluntariado (nuestra única esperanza de salir adelante como país). No hace nada más que dedicarse día a día a su trabajo, a “lo suyo” (¡Como que eso hubiera sido alguna vez suficiente!) Siempre el “yo” está en su cabeza, el “nosotros” jamás cruza su mente.
El guatemalteco común (quisiera decir ciudadano, pero no puedo) cree en un super-presidente que le compensará todas sus deficiencias. Uno que hará que la ley se cumpla. Pero seguramente se quejará cuando la ley se cumpla contra él. Seguramente despotricará cuando EMETRA lo multe por ir a exceso de velocidad. Seguramente se molestará cuando la SAT le cuente las costillas.
Acusa de corrupto al gobierno mientras compra facturas. Grita “ladrones” mientras usa los insumos de la empresa donde trabaja para los deberes del niño. Les grita “cobardes” pero cuando puede, huye luego de chocar a otro auto.  Los acusa de “asesinos” pero compra celulares y radios robados a mano armada. “¡Insensibles!” Les grita con sentimiento, mientras voltea despreocupadamente la página donde anuncian un nuevo femicidio (¡le urge llegar al final de la prensa para leer las tiras cómicas!).
- “¡La educación es la solución!” afirma muy intelectual. Pero ¡Qué eduquen los demás!, ¡Qué alfabeticen los demás! ¡Qué alfabetice el gobierno! (Como si el gobierno estuviera interesado en perder a su “gallinita de los votos de oro”, la ignorancia.)
- “¡La desnutrición en Guatemala es terrible!” Afirma muy convencido. Como si los niños se alimentaran con sus quejas o las madres salieran de la completa ignorancia de temas nutricionales mediante sus expresiones estereotipadas de desacuerdo. Y luego de hacer dichas afirmaciones, satisfecho con su “sana indignación”, continúa en su día a día…. sin involucrarse en los múltiples movimientos cívicos contra el hambre que existen desde hace años en Guatemala.
- “¡Dios nos ampare que quede Don Candidato A!” dice, cuando Dios ya ha hecho su trabajo: dotarle de un cerebro para analizar y una boca para hablar con sus parientes y conocidos, para discutir, para convencer… o para rectificar su camino.
- “El problema en Guatemala es la violencia” sentencia, pero ignora los gritos desesperados de una vecina maltratada.
Siempre fácil para gritar lastimeramente: “Alguien haga aaalgo por favooor!”. Y  yo me pregunto, ¿se le olvidará que él también es alguien?
El guatemalteco común tiene la esperanza de que le salga alguna licitación con el Estado para “inflar” los costos y “salir de pobre”. Ama la posibilidad de la riqueza sin trabajo (muy similar a los políticos que tanto critica). Pone un repuesto mediocre en el auto que repara y lo cobra como “original”. Hace empresas fantasmas y envía 2 cotizaciones para sus “negocitos”.  Cobra tan caro como su cliente le permita.
Aborrece al “hueco” y a la “puta” mientras aplaude al “vivo” y al borracho. Y lo peor, acepta y tolera  al más dañino  de todos los ciudadanos: el indiferente.
El guatemalteco común se jacta de no ser racista, pero jamás saludará a “la muchacha” de besito. Critica la falta de desarrollo en el país, pero le aterra que se le vaya la “servidumbre” si se le da educación. Es mejor mantenerla “como está”. Ni mencionar que su hija llegase a casarse con alguien de “otra categoría” (¿racial?).
El guatemalteco común miente… roba… ignora… discrimina… critica… no se involucra.
Lo peor de todo es que el guatemalteco común está tan acostumbrado a su posición de víctima que, muy probablemente, leyó todo este artículo sin darse cuenta que me refería a él.
 ”Si cualquiera lo puede hacer, yo lo puedo hacer. Si nadie lo puede hacer, yo lo DEBO hacer”  -Filosofía japonesa del trabajo.





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