Cartas de un Medico de Pueblo


Una regla básica que he seguido desde hace mucho tiempo es la no publicar nada que haya escrito, a menos que pasen meses o años desde que los elaboré, esto en parte, porque solo el tiempo evidencia la irrelevancia de las ideas que a veces me impactan, y estás no siempre son dignas de leerse y menos de publicarse. Hoy haré una excepción en la medida en que su justificación se vaya desglosando con cada letra. Desde que me mude a estos parajes, me atropello la idea de trabajar sin tener una relación laboral.  Dícese por ahí que trabajo como “profesional liberal”. Esto, no por decisión propia sino por imposición de un sistema que no te deja más alternativas. Suena absurdo entonces ser liberal en un sistema que no me permitió decidir si realmente quería serlo. En  resumidas cuentas, no es más que prestar un servicio y por ende recibir un pago monetario. Esta realidad se justifica al trabajar cuando se desee y con los términos que se estipulen.

En contrariedad a toda esta situación voy a exponer ciertas premisas. Con este modus operandi, mi acciones se limitan a las estipulaciones que establezca el contrato (tómese en consideración que no es un documento laboral sino de servicios, o como diría mi abuelo… es un papel que firma para hacer un trato de machos, porque ahí va  su palabra y su consciencia). Al pensar que era y sigo siendo un trabajador que no tiene relación laboral, no tuve reparos en recordar las encrucijadas que pase durante la adolescencia. Algo así como: “no somos novios pero andamos juntos” o “somos amigos pero con derechos” (aunque estos derechos nunca se hayan establecido y menos aún se hayan mencionado las obligaciones) No basta ser un genio para saber que estas cosas termina como salto en una piscina que no tiene agua. Sé que estos complots terminan en ensartadas completas, pero lo más grave aún es que sabiéndose, se decide la omisión voluntaria e incluso el olvido de estas circunstancias hasta que la realidad te apuñala.  

Legalmente soy… como dirían los términos comerciales del “avanzado” siglo XXI, un prestador de servicios y no un trabajador. Esto a ciencia cierta, me excluye de cualquier relación laboral y por ende de los derechos que debería poseer. Me pagan más… eso es cierto. Pero pierdo inmensamente mucho al jugar a la ruleta rusa con los inconvenientes que te presenta la vida, sobre todo con el grosor de vitalidad que vas dejando cada año en cada puesto laboral (Repito… aunque no seas tomado como “trabajador”). Así que no puedo adjudicarme sueldos adicionales a los contemplados mensualmente. No tengo vacaciones, seguro médico, asistencia sobre invalidez, vejez o demás situaciones. Cabe pensar que estoy un tanto paranoico al pensar en la vejez  si solo tengo 26 años. Pero después de las dichosas caídas en moto, de las incuantificables ocasiones en las que viré por reflejo al quedarme dormido al volante por las largas jornadas “prestando servicios”, de los otras tantas veces que me quede varado entre la poca carretera y los inmensos barrancos propios de estas montañas, de los derrumbes que tuve que atravesar con ese pick up medio oxidado al que le temo mucha estima y que apode “torito”. Incluso, de las pocas veces en que fui amenazado con ser linchado y demandado por irrumpir en el… (según ellos…) derecho cultural que tienen los “hombres” de decidir si un niño o una mujer podrían recibir o no atención en salud. Recuerdo las palabras de una enfermera que me decía… “vos doctor”, yo cuando empecé me fui a trabajar al área Ixil porque de allá soy, pero me mandaron a las montañas que hasta a mí me deprimían y eso que soy del monte.  Allá ni las bestias entraban para llevar las pastillas porque se quedaban atrapadas en el lodo o se iban al barranco. Solo uno era el animal que se iba a esos lados por la necesidad de trabajo. Allá… por esos rumbos, si una mujer o niño se complica seguro se muere. Yo tuve paisanos que yendo en la moto se cayeron y casi se murieron, pero como estamos por contrato en lugar de ayudarlos solo los despidieron porque ya no podían trabajar.

Ahí me di cuenta que somos totalmente desechables y reemplazables.            Que si bien debo agradecer la confianza y oportunidad no debo vanagloriar el trabajo por las condiciones de riesgo laboral y más aún… por el desahució al que me veo expuesto y que podría llegar sin previo aviso. La respuesta social a estos reclamos no varía del discurso expuesto anteriormente. Para eso estudiaste o no…? Y que pasó con la humanidad que deberías tener? Para eso te pagan… Vos lo aceptaste así que aguántate… y así un sinfín de comentarios “altruistas”.      

Suena dramático e incluso un tanto exagerado estas situaciones. Podría decirse incluso que suena a berrinche propio de la inmadurez que a leguas denoto… Pero que puedo hacer si no me gustan estas verdades “incorrectas”. Un día cualquiera de docencia, al cual mi mejor amigo denominaba cursito libre sabatino, me dio por comentar estas dolencias y a nadie pareció interesar, menos aun cuando lo propuse como tema de investigación. Parece fuera de contexto a lo que estas estudiando: dijeron… y yo con expresión de… “lamento hablar del agraviante silencioso que apuñala a las personas que cuidan la salud de los demás…” ve y estudia economía, derecho o recursos humanos si quieres tocar eso. Así terminé asintiendo como demostrando mi grado de equivocación, y puede que lo esté pero me niego a creerlo hasta que me demuestren con evidencia mi semejante error. Luego pensé que era cierto, que eso le atañe a otras ciencias, pero también imagine que por lógica, a los cursantes de esas facultades poco les interesa el gremio salubrista, sobre todo no iban a comprender la problemática que no los envuelve.

Fuera de todo este discurso “impropio”, en un mundo de propiedades ajenas, comerciales y tecnológicas; donde las medicina figura: “cómo y exclusiva” para las ciencias clínicas basadas en el tratamiento y rehabilitación de las personas que de vez en cuando pueden costear los precios para “estar sanos”, quiero argumentar el por qué de esta nota, sobre todo de la idea imprescindible de postearla de manera casi inmediata y no dejar que envejezca para poder compartirla.   

Sucede que en un mundo hipotético y paralelo. Donde se reconoce que las mujeres son médicos e incluso desarrollan el ejercicio de la medicina  mejor que nosotros. Tienen la capacidad de desarrollar ese milagro denominado embarazo. Pero en este país olvidamos muchas cosas. Licitamos por prejuicio y una cultura arraigada de machismo acciones que degradan a la mujer y menosprecian su labor en el ejercicio de su profesión. Acá por cultura general el hombre es médico y la mujer “la seño” o si bien les va “la enfermera”.  Eso sin sospechar que en promedio, los grados académicos y las notas de cierre  son mejores en ese género que en el nuestro. Le antecede su grata inteligencia, pero sobre todo algo que nosotros difícilmente damos…  “dedicación, esmero, un esfuerzo extrahumano y sobre todo Disciplina y Entrega hacia lo que desarrollan”. En fin… olvidan que las mujeres médicas que trabajan bajo estas condiciones “No Laborales” sino de “Prestación De Servicios” también llegan a embarazarse y concebir igual que las personas a las que atienden. Se hace obvio entonces el punto al que quiero llegar. Están exentas legalmente de las consideraciones laborales que debe tener una mujer embarazada. No aplican a esos beneficios de cobertura que brinda el instituto del seguro social, menos aún se contempla  el permiso para el pre y post parto. No hablemos si quiera de las horas de lactancia materna. Es tan hipócrita entonces la promoción y educación de la lactancia materna por parte del sistema de salud, cuando ni si quiera se asegura el desarrollo de este a sus trabajadoras… Perdón “prestadoras de servicios”.   

Pero ese no es el panorama real…  ¿Qué pasaría si su embarazo se llevara a cabo con alguna enfermedad asociada? ¿Qué pasaría si su parto se lleva a cabo antes de lo esperado por las enfermedades asociadas? ¿Qué pasaría si resuelve con una cesaría y se complica con alguna infección asociada? ¿Qué pasaría si su bebe pasara por las complicaciones descritas por prematures?. Pues bueno, la historia hipotética radica en como se quiera ver. Puede ser tan real como la veo, siento y vivo actualmente, o puede ser tan ficticia como lo amerite el mismo sistema administrativo y educativo. De esos temas que no vale la pena hablar porque no tienen nada de ciencia ni adelantos científicos y tecnológicos.

El contrato es claro. En ausencia de la prestación de servicios se termina el mismo. En otras palabras. Si no hace lo acordado esta despedida (aunque la palabra despido esta demás porque según los expertos en el área administrativa “no hay relación laboral”). Si no hay reglamento, normativa u orden legal… queda entonces a disposición de arreglos internos en base a la moral, ética y buen actuar de los que presiden. Abogo entonces por esto. “afortunadamente” contamos con personas de actuar intachable a cargo de las múltiples jerarquías del sistema en general. 


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